Las diferentes batallas que se llevaron a cabo por la independencia de México podrían considerarse en algunas ocasiones prácticamente interminables, ya que en aquel entonces el país comprendía desde lo que hoy es la mitad de los Estados Unidos de Norteamérica y hasta Costa Rica; esto hizo que las fuerzas insurgentes tuviesen diferentes comandancias a lo largo y ancho del territorio y sobre una de ellas hablaremos específicamente en este momento.
Los insurgentes de Mariano Jiménez
Fue precisamente esta la fracción de los insurgentes la que libró la batalla en cuestión el 7 de enero de 1811, esto se llevó a cabo en la Hacienda de Aguanueva, lo que ahora es Coahuila. Aquella batalla fue probablemente una de las menos sangrientas de toda la historia de las que se libraron en búsqueda de la independencia, todo gracias a que el gobernador militar a cargo de ese lugar fue alguien sabio que no se aferró a la idea de pelear hasta la muerte.
El número de insurgentes que aquel día llego para imponerse ante el gobierno de la hacienda fue de 8000, mientras que por otro lado los soldados del ejército realista sumaban tan sólo 700 miembros, comandados por el gobernador militar Antonio Cordero y Bustamante y de los cuales algunos eran incluso voluntarios y no soldados. Esta diferencia tan inmensa de poder de ataque hizo que las tropas realistas no sólo tuvieran la predisposición de que perderían toda la batalla, sino que también los llevaron a la temprana rendición.
Los realistas lo único que sabían era que habían 8000 personas intentando luchar en contra de ellos, no tenía ni la menor idea de si habían sido no entrenados y al haber recientemente en diferentes lugares ganado muchas batallas los ejércitos insurgentes, lo mejor que pudieron hacer fue rendirse a poco tiempo de haber iniciado el combate aquel día.
La primera etapa de victorias
A estas alturas, tan sólo en enero de 1811, la revolución llevaba poco más de tres meses de haberse iniciado y los insurgentes habían estado constantemente ganando diferentes batallas en el interior del territorio del país por el factor sorpresa que habían aprovechado, pues en la gran mayoría de destacamentos militares la cantidad de aquellos que estaban dispuestos a pelear en su contra era mucho menor a la de los campesinos que se sumaban al movimiento insurgente.
Es precisamente luego de esta batalla que alguno de los mandos insurgentes empezaron a ver derrotas, no necesariamente viendo gran cantidad de bajas pero si disipándose durante las batallas en desordenadas retiradas, las cuales terminaban en no volver a ir nunca los pelotones que se separaban y así poco a poco empezaban a perder su poder de intimidación por medio de tener un gran número de seguidores.
Al mismo tiempo el ejército realista empezó a conocer las estrategias de los rebeldes, tal es así que en una batalla llevada a cabo en un puente, aproximadamente 3000 soldados realistas lograron disipar a 80,000 insurgentes en aquella ocasión.