Tres meses después de haber iniciado la guerra por la independencia de México los insurgentes todavía seguía aprendiendo mucho al respecto de lo que era pelear correctamente en las batallas, no sólo en lo que se refiere a estrategias y tecnología de armamento, sino que también en cuanto a la famosa regla de que en el amor y en la guerra todo se vale; en particular esta batalla fue muy importante para ayudarles algunos insurgentes a entender esto.
La primera victoria de José María González Hermosillo
La que hoy todos conocemos como la capital de Sonora, Hermosillo, tiene su nombre precisamente en honor a un general insurgente al cual se le encomendó la tarea de extender la insurrección por todo Sinaloa y Sonora; fue precisamente después de la batalla de la cual estamos hablando, que su grado subió a coronel de los ejércitos americanos; la decisión de unirse a la insurrección fue completamente personal, pero la tarea de extender la insurrección se la dio Miguel Gómez Portugal y la promoción el cura Miguel Hidalgo.
Ya que José María González Hermosillo en adelante tuvo incidencia importante en diferentes cuestiones políticas, pues continuó con vida hasta 1818, esta que fue su primera batalla y al mismo tiempo su primera victoria, resulta ser muy importante en su carrera y en la confianza que en adelante todos los insurgentes depositarían en el para qué encabezara defensas en muchas ocasiones. De hecho en 1817 el Congreso de Chilpancingo lo llegaría a nombrar comandante general de nueva Galicia.
La victoria en real del Rosario
Aquel 18 de diciembre José María González Hermosillo llegó a sus tropas insurgentes, poco más de 4100 infantes y casi 500 jinetes, a batalla contra las fuerzas realistas del coronel Pedro Villaescusa, de las cuales en realidad no se tiene un número conocido de tropas que hayan asistido a batalla; tampoco se tiene en cuenta exacta de las bajas que haya sufrido cada uno de los bandos, pero lo que es seguro es que Hermosillo no sólo logró ganar la batalla y eliminar a las fuerzas del imperio español, mientras que otras huían, sino que también logró apresar al coronel que las dirigía.
Para hacer su primera batalla, definitivamente era un gran avance que Hermosillo haya logrado tomar como prisionero a Pedro Villaescusa y por si esto fuera poco también capturó seis piezas de su artillería y una gran cantidad de material de guerra muy importante; todo esto sumaba puntos para su promoción en el ejército.
El error que en aquel entonces haría que Hermosillo entendiera las reglas reales de la guerra es que en lugar de ejecutar al coronel realista Pedro Villaescusa, lo perdonó y le permitió irse con vida a cambio de firmar un documento en el que prometiera deponer las armas y no volver a combatir en contra de los insurgentes; el coronel obviamente firmó para salvar su vida, pero cuando llegó a San Ignacio Piaxtla olvidó por completo el arreglo y empezó a hacer preparativos para continuar en contra de los insurrectos.