Este hombre, nacido en lo que hoy es Morelia, tuvo una carrera realmente complicada y cambiante en lo que se refiere a la guerra y las armas; para 1809 no era solamente un militar, sino que el coronel del regimiento Provincial de infantería de Valladolid; luego de la crisis que envolvió a España gracias a que los franceses la habían tomado, participó en la conjura de Valladolid para buscar imponer un gobierno autónomo en nombre de España y sin que los franceses metiese mano.
La conjura de Valladolid fue descubierta, pero nadie de los conspiradores lo delató y gracias a ello no fue perseguido, así que siguió militando en su batallón con paciencia hasta que en 1810 Miguel Hidalgo pasó por Valladolid, entonces se unió a la Independencia de México.
Su labor de reclutamiento y regreso al ejército realista
Cuando ya formaba parte del ejército Miguel Hidalgo le dio la instrucción de dirigirse hacia el occidente con su regimiento, de inmediato lo hizo y en su paso por la piedad logró que se sumasen a la causa 10 mil hombres junto con el cura José Antonio Macías; cuando los insurgentes se hallaban en Guadalajara, Miguel Hidalgo recibió noticias de que algunas tropas realistas iban hacia allá y le ordenó a Ruperto Mier ir a detenerlas y es eso lo que conocemos hoy como la batalla de Urepetiro.
Al inicio Ruperto logró contener el avance de las tropas, pero luego de un tiempo fue derrotado, el cura José Antonio Macías que lo acompañaba murió y perdieron 27 cañones; al regresar derrotado los generales Insurgentes lo reprendieron de forma muy severa y al molestarse con ellos, solicita su indulto al ejército de Félix María Calleja a cambio de servir como soldado nuevamente y le fue otorgado. Nuevamente en el bando realista logró hacer muchos méritos y volver a su antiguo grado militar.